Ridley Scott ha traído de vuelta la épica de la Roma antigua con Gladiator II, una película que mezcla acción impresionante y elementos históricos cuestionables. Una de las escenas más discutidas es una batalla marítima en el Coliseo, donde el escenario se llena de agua y tiburones. Aunque impactante, esta representación plantea la pregunta: ¿puede ser históricamente precisa?
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En la antigua Roma, existía un espectáculo conocido como naumachia, donde se recreaban batallas navales para entretenimiento público.
Estas batallas se realizaban en grandes cuencas construidas especialmente o en anfiteatros inundados, incluyendo el Coliseo. Según registros, Julio César organizó la primera naumaquia en el 46 a.C., mientras que el emperador Domiciano llevó estas representaciones al Coliseo en el año 85 d.C.
Durante un período de 10 a 20 años antes de que se completara el sótano del Coliseo, era posible inundar la arena y realizar exhibiciones con animales marinos, aunque no hay evidencia de que tiburones fueran utilizados en estas demostraciones.
¿Qué tan precisa es la escena?
En la película, el Coliseo se llena de agua y gladiadores enfrentan tiburones en una batalla surrealista. Según una entrevista a Chris Epplett en Vulture, profesor de historia griega y romana, aunque el Coliseo pudo haberse inundado para ciertos eventos, no hay registro de que incluyeran tiburones. Esto, claramente, es una licencia creativa tomada por Ridley Scott.
Scott bromeó al respecto en una entrevista en Variety, sugiriendo que capturar y colocar tiburones en el Coliseo no sería un reto para los romanos. Aunque su afirmación es más humorística que factual, destaca cómo la película combina hechos históricos con elementos de ficción para impactar a los espectadores.
Realidad vs. ficción en “Gladiator II”
La incorporación de tiburones en el Coliseo es un ejemplo de cómo Gladiator II juega con los límites entre historia y fantasía. Si bien el concepto de naumaquias es históricamente correcto, la exageración cinematográfica busca impresionar al público más que educarlo.
Al igual que otras producciones de Scott, como Napoleon, que también ha sido criticada por inexactitudes históricas, Gladiator II refleja un enfoque donde el espectáculo prima sobre la precisión histórica, ofreciendo una experiencia visual pero no completamente verídica.