La década de los años 90 fue una época en la que muchos luchadores extranjeros aterrizaron en México, gracias a que la industria aumentó su productividad.
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Esta situación incrementó el nivel deportivo, por lo que el pancracio azteca tu varios años de éxitos.
Precisamente, uno de esos estetas que arribo a México fue Konnan, un gladiador de origen cubano.
El gladiador se fue ganando poco a poco el cariño de los aficionados, gracias al físico y potencia que tenía en los encordados.
Su máscara y colorida vestimenta era un atractivo para los fans, que veían en Konnan a uno de los rudos más imponentes.
Los primeros pasos del cubano fueron en la histórica Arena México, un recinto que era uno más para él, pues conocía poco de la lucha libre mexicana.
Sin embargo, con el paso del tiempo, entendió la popularidad que tenía este deporte en México.
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Incluso, Konnan no sabía ni quién era El Santo, pese a que era un luchador reconocido en todo el mundo.
“Cuando llegué debuté con Fishman, Canek, Dos Caras, el Villano. Sinceramente, no ni sabía quiénes eran. Cuando yo llegué a la Arena México fue ‘equis’, porque yo no crecí viendo los combates que pasaban ahí. Obviamente, cuando me di cuenta que se llenaba, entendí muchas cosas.
“Esto no lo sabe mucha gente, pero yo no era un ‘fan boy’, sino un chavo que jugaba a las luchitas. Me críe en Miami, no sabía quienes eran El Santo o Blue Demond, cuando la gente me hablaba de ellos yo ni en cuenta. La única persona que yo conocía en los Estados Unidos era a Mil Máscaras”.
— Konnan, exluchador
Mítica rivalidad con El Perro
Ya instalado en suelo azteca, el gladiador de origen cubano se enfrascó en una rivalidad a muerte con El Perro Aguayo.
Pero el esteta mexicano no sólo fue su contrincante, sino fungió como el maestro que lo ayudó a entender el sistema de la lucha libre azteca.
De hecho, el cubano lo considera un padre, pese a que fue quien le quitó la máscara.
“Recuerdo que tenía un recorte en mi casa que decía: ‘Konan y Perro Aguayo llenaron la Arena México por cinco semanas consecutivas’. En ese tiempo era un récord. Esas cosas me impactaban, porque aquí o en China meter 15 mil personas no es fácil. Yo aprendí lo que era mucho tiempo después, ya cuando me había salido.
“Sin el Perro yo no hubiera sabido cómo cobrar, cómo comportarme, no hubiera entendido cómo ser un profesional. Él fue un amigo, compañero, como un padre y yo siempre le voy a tener un gran cariño y respeto”.
— Konnan, exluchador