Para muchos el verdadero futbol se encuentra alejado de los reflectores, en los barrios. En su estado más puro, puede disfrutarse apartado de los contratos millonarios y las cámaras de televisión.
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Johan Vallejo, el hijo pródigo de Tepito
Justamente, en Tepito vive uno de los porteros amateur más reconocidos de la Ciudad de México. En el mundo del balompié llanero y el minifutbol es conocido el nombre de Johan Vallejo, quien detrás de sus 1.58 metros de estatura esconde unos reflejos felinos que lo han llevado a defender los colores de selecciones nacionales en Europa y Sudamérica.
Él sabe que el balón y los guantes le cambiaron su destino, por no decir que le dieron más calidad a su vida. Además de visitar diferentes partes del mundo, lo ayudaron a salir adelante en un entorno peligroso, pues “aquí hay mucha marginación, violencia, drogas y mucha calle, por lo que me ha costado mucho. Pero gracias a Dios y a la familia, he salido adelante”.
Si el pequeño gigante de los tres postes tuviera que definir qué es el futbol para él, la palabra adecuada sería “todo”. “Sin él, tal vez, estaría en un panteón como varios de mis amigos; tengo historias de conocidos que fueron conmigo a la primaria y tienen condenas de 30 años en la cárcel, a otros los mataron a los 15 años. Yo me reflejé en ellos y vi el camino que no quería seguir”.
A pesar de sus dotes en la portería, el guardameta no buscó una oportunidad en las Fuerzas Básicas de un club, en Tercera o Segunda División, pues desde pequeño enfrentó problemas económicos. “Nunca fui a un tipo de escuelita, porque las posibilidades en mi familia eran muy pocas, no teníamos dinero. Tenía un peso para gastar en la escuela, estaba muy cabrón”, recordó en charla con Metro World News. “Los tenis que me compraba mi papá me duraban hasta seis años, así los usaba rotos y no me da pena decirlo, porque echándole ganas logré progresar”.
Y vaya que lo hizo. Con el correr del tiempo, pasó de jugar entre los puestos de Tepito a vestir los colores de selecciones mexicanas y representar al país en Holanda, Italia, España, Brasil y Guatemala. “Siempre fui interbarrios. Empecé en Tepito, iba al Plutarco Elías Calles, al Eduardo Molina, con la idea de que alguien me iba a ver y me jalaría. Comencé cobrando 20, 30 pesos o sólo me daban para mis pasajes, hasta que me jalaron al Sidekicks de la Liga de Fut 7 profesional, y luego de aguantar banca cuatro años, me consolidé”, dijo.
Así, con la mística de un hombre de barrio, Johan Vallejo no pierde la esencia ni la humildad que siempre lo ha distinguido dentro y fuera del terreno de juego. “Ir a Europa no me hace ni más ni menos; mantengo los pies en el suelo, porque, mira, sigo jugando aquí en el barrio, donde me gusta más, porque aquí está el futbol más puro”.