“Con cariño, diputados del Partido Demócrata, no se dejen iluminar por la senadora Ximena Rincón, exdirectora de AFP Provida. Ustedes no tienen conflicto de interés y el Gobierno sí acogió su propuesta, de 3 y 3, completita. Ustedes la pidieron y el Gobierno, pum, la timbró. ¿Entonces, por qué rechazar? Que no los obliguen a traicionar su palabra empeñada”.
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El debate de la reforma de pensiones estaba ya cerca de terminar en la Cámara, diputadas y diputados se alistaban para votar, cuando tomó la palabra Diego Ibáñez, el presidente de Convergencia Social, y soltó la frase de más arriba.
Fue uno de los momentos más tensos de una jornada agria, donde se extremaron posiciones de lado y lado ante la propuesta de La Moneda para crear un nuevo sistema de pensiones y mejorar la PGU.
Pero lo de Ibáñez fue distinto porque enardeció a la bancada de Demócratas, cuyos votos eran clave para aprobar al menos la idea de legislar y seguir adelante con la tramitación. Encima, una de las líderes del grupo, Joanna Pérez, ya había anticipado en CNN Chile que su partido aprobaría. Pero Ibáñez nunca se enteró.
La anécdota revela las dificultades que tuvo hasta último momento el Gobierno -representado en la Sala por varios ministros, incluido el de Hacienda, Mario Marcel, y la del Trabajo, Jeannete Jara- para lograr avanzar con su reforma previsional.
Y aunque al cabo lo logró -el proyecto fue aprobado en general con 84 votos y necesitaba 78- el camino que viene no parece fácil.
Primero, porque en la votación en particular Demócratas no fue tan solícito y rechazó una serie de normas junto a la derecha (Chile Vamos) y a la ultraderecha (Republicanos), incluida, sorprendentemente, la del “3 y 3″, que había sido expresamente pedida por la colectividad en las negociaciones previas, y que separaba el 6% de cotización adicional en un 3% para solidaridad y 3% para capitalización individual. Se cayó con varios votos demócratas en contra.
No fue lo único: tampoco pasó el artículo 20 sobre el Fondo Integrado de Pensiones (FIP), que tenía por objetivo financiar las prestaciones del Seguro Social Previsional, y corrió la misma suerte el Administrador Previsional Autónomo (APA), el servicio público que el proyecto creaba para, justamente, administrar las pensiones solidarias.
Sí se aprobó, en cambio, el aumento de la Pensión Garantizada Universal (PGU) con el respaldo de Chile Vamos, aunque irónicamente se rechazó su financiamiento.
La Sala le dio el sí también al Seguro Social Previsional (aunque no tiene financiamiento pues fue rechazdo el FIP), e incluso el famoso “autopréstamo” acotado de los fondos de AFP (equivalente al 5% del total ahorrado con un monto máximo de 30 UF), una idea muy importante para algunos partidos “bisagra”, como el PdG.
El caso es que el texto que llegará al Senado será una sombra del proyecto que Marcel y Jara estuvieron catorce meses negociando con la oposición. La defensa cerrada de las AFP y el argumento de que todo el interés del Gobierno era darle un “manotazo” a los fondos de los trabajadores, fue una trinchera de la que nadie quiso salir.
La tramitación ahora entrará en una larga espera, ya que la próxima semana es distrital y luego viene el receso parlamentario de febrero.
Marzo será el mes.